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TANIA RAQUEL CUADRA ESTRADA -PANAMÁ-

Mi nombre es Tania Raquel Cuadra Estrada. Nací en Panamá, ciudad de Panamá en el mes de noviembre de 1967. Soy maestra y ejerzo la docencia desde el año 1994 hasta ahora.
 Siempre me ha encantado leer. Porque la literatura te transporta a mundos y épocas diferentes. De esta misma manera, puedes conocer personajes con pensamientos diversos.
Incursioné a la escritura desde muy joven, en diferentes géneros, con el tiempo, los perdí, los boté.  Mi voz literaria se acalló por mucho tiempo y pensé era una afición momentánea.
Hace unos seis años atrás, la curiosidad aunada con la afición me motivó en la participación de talleres literarios en mi país. Me inscribí primero con el escritor Enrique Jaramillo Leví (2017). Seguidamente, Carlos Wynter Melo(2018— 2019). De esos cursos con el último escritor nació un colectivo de cuentos titulado “Entre Tinta y Papel” en el año 2019, tanto en físico, vendido en la Librería El Hombre de la Mancha en  mi país, como en la plataforma Amazon.
Las temáticas en mi cuento son diversas. Muchos de ellos son vivencias personales. Otros títulos plasman experiencias de amistades y familiares.
Tiene un libro de cuentos inédito infantil titulado Bosquilandia, una novela corta en creación y un libro de cuentos en ciernes.
 

VIUDOS SINIESTROS

 

 

Mayra se acicaló por compromiso. Yolanda la invitó con tanta insistencia a su fiesta de cumpleaños en su casa. La invitada le entregó el presente a la cumpleañera. La agasajada le dio las gracias. Les presentó a sus familiares y amistades. Ellas se acercaron al final de la sala, cuando vieron a Rodrigo. Los dos se saludaron con las miradas penetrantes y sonrisas recíprocas. El último invitado hizo un gesto de tomarle la mano y rozó sus labios en su dorso. Yolanda se sorprendió. El galante invitado bailó con ella durante toda la noche. Los invitados murmuraron.
Él era un hombre alto, piel blanca, delgado, de cabello negro corto, ojos grises y un lunar en la barbilla. Su manera de comportarse con las mujeres se distinguía como un caballero en el sentido estricto de la palabra. Su ocupación era ingeniero.
Con el tiempo, Mayra y Rodrigo se volvieron inseparables. Yolanda estaba preocupada. Ella la invitó a almorzar, para hablarle del pasado amoroso de su admirador.
—Mayra, ten cuidado con Rodrigo. Él es un gran amigo. Sin embargo, es conocido por tener matrimonios cortos.
—No te entiendo— Le dice Mayra admirada.
—No sé sabe cuál es la razón, pero Rodrigo no dura mucho tiempo casado, cuando sus esposas se mueren y sin hijos ¡pobre hombre! — Le aclaró Yolanda.
— Aunque, las malas lenguas dicen:” La belleza masculina de Rodrigo y su galantería son los motivos de su viudez antes del año”. Otras lenguas viperinas opinan:” mejor lo dejo a tu imaginación:”— continuó la amiga con una mezcla de confesión morbosa.
La enamorada movió la cabeza de un lado a otro al escuchar a su amiga. La miró con sorna. Ella le advirtió molesta:” No me acuses, después, de mala amiga”.  Yolanda se marchó enojada. Su mente divagó acerca de los comentarios malintencionados de la gente.
Mayra regresó bastante inquieta a su apartamento. No podía creer la intromisión de Yolanda en la relación de ella con su novio. Se sentó en un sofá y se preguntó: “¿Habrá averiguado mi pasado? No puede ser. Yo pagué mucho dinero para desaparecer toda la información incriminatoria de mi país.”
Ella recordó su pasado:” Su tía le habló de un vecino interesado en ella. El admirador tenía 40 años. Ella no podía creerlo. Le explicó: “Tus padres murieron en un accidente a los siete años. Te mantuve casi sola hasta el año pasado cuando se me acercó el señor Franco y le hablé de mi problema económico. El señor me dio dinero. Yo me negué, sin embargo, él insistió en tu seguridad personal y económica. Ahora, estás comprometida con él. “La joven le contestó: “¿, por qué usted no me consultó? Si tenía problemas para mantenerme, yo hubiera trabajado medio tiempo para no dejar mis estudios”. La pariente se enojó y le contestó: “Yo soy la encargada de tu bienestar, no ví la razón de consultarte nada, ¿Trabajar? No estás preparada para eso. Este señor te tratará bien, no tendrás esa necesidad”. Ella protestó. Su familiar la cacheteó. Le ordenó arreglarse muy bien para la visita del señor Franco. Gimoteó. La pariente obedeció. Mayra se casó con don Franco dos semanas después. El recién casado le dijo: “No estudiarás, tampoco trabajarás. Saldrás conmigo nada más.  No hablarás con nadie sin mi autorización” Ella escuchó con mucho miedo.
Mayra vivía bien. No hacía nada, excepto engalanarse para su esposo. Intentó ganarse su confianza, con el tiempo.  Se convirtió en una ama de casa y excelente cocinera. Un día, ellos estaban cenando. Su esposo no podía respirar. Ël le hacía señas de auxilio. Ella corrió a la sala . La esposa esperó el desenlace. Franco murió a los pocos minutos. La causa de su muerte fue un paro respiratorio. El difunto no tenía familiares. El dinero en el banco, el apartamento y la póliza de seguro pasaron a sus manos. Quedó viuda a los 20 años. Era libre. Su tía apareció para darle el pésame a su doliente sobrina. La joven viuda miró a su familiar con resentimiento. No quería a su tía cerca. Se lo hizo saber. La pariente le reclamó su ingratitud y su problema económico. Le enviaría su mesada con regularidad.
Mayra siguió viviendo en el apartamento de su difunto marido. Decidió estudiar en la universidad. Los tres primeros años disfrutó su juventud entre sus estudios, amistades, fiestas y romances fugaces. En el último año, un profesor la persiguió. El interesado se le acercó. Ella hizo las averiguaciones de su situación financiera, él era el candidato ideal. Mayra le advirtió a su tía, no hablarle de su anterior matrimonio. Ella la apoyó. Hicieron el simulacro de vivir las dos juntas. Inventaron la historia de una herencia dejada por los padres de ella. Las familias de los novios fueron presentadas. Tuvieron un noviazgo discreto por dos años. Se graduó. Él le prohibió trabajar y salir con excepciones de él y su tía. La familia del novio la veían como una oportunista, pero el hizo caso omiso a sus opiniones.
Los dos se casaron. Ellos vivieron en un apartamento lujoso en un lugar privilegiado de su nación. La pareja se sentía feliz los dos primeros años. Su segundo esposo llegó enojado a su casa. La consorte estaba asustada porque nunca lo había visto así. El marido descubrió su matrimonio anterior. Su cónyuge fingió asombro y le preguntó: “¡Qué dices!¡No te entiendo!”.” Él le confesó:¨” Ví a tu tía en un centro comercial exclusivo comprándose ropa, el salario de tu tía no le daba tanto para gastar en esos almacenes. Por eso, la mandé a investigar y me encontré con la impactante noticia de tu primer matrimonio y deduje donde pudo salir la supuesta herencia de tus padres fallecidos, cuando en realidad, todo ese caudal era de tu primer esposo”.
Su mujer bajó la cabeza, su voz se quebró: “Tenía miedo de tu opinión si te enterabas de mi primer matrimonio “El consorte dijo escéptico: “¿Por qué miedo? ¿O será desconfianza pensando en que te quitaría tu dinero?” Ella no sabía cómo aplacar la ira de este hombre, tenía miedo de vivir un período de abusos físicos otra vez. Lloró, no pudo hablar por un rato. Fue a la cocina y bebió agua con azúcar para calmar sus nervios. El cónyuge siguió detrás de ella, mientras le reprochaba su falta de confianza. Mayra bebió.  Suspiró. Le contó casi toda la historia con su primer marido y sus decisiones después de su viudez. Le confesó su atracción gradual hacia él y su temor de no confesarle la verdad para no ser vista como una oportunista por parte de él y su familia.
La atormentada mujer sacudió la cabeza. Ella quería olvidar sus matrimonios anteriores porque le causaron muchas tristezas. Se sentía pérdida porque amaba a Rodrigo, pero tenía miedo de fracasar nuevamente. Una llamada la sacó de sus dudas. Escuchó detrás del auricular, una lluvia de besos. Se sonrío. Respondió con otro chubasco amoroso. Se pusieron a hablar unos breves minutos. A las dos horas, salió ilusionada para la calle. Mayra regresó suspirando a su casa y con mariposas en el estómago.  Durmió con una sonrisa de complacencia.
Ellos tuvieron un romance de muchos meses, cuando decidieron anunciar su matrimonio. Yolanda le volvió advertir, pero Mayra le aseguró correrse ese riesgo. Retornó preocupada a su casa. Intentó calmarse, pero no pudo.
Mayra recordó a su segundo esposo” cuando ella le explicó su amor gradual hacia él. El consorte fingió sorpresa. Sonó el teléfono. Era su tía. La sobrina la cortó. Su pareja le gritó furioso. Él la agarró y la estremeció con furia. Su marido la soltó. El hombre puso la mano en el pecho y cayó. La mujer lloró. La esposa se le acercó. Le habló. Lo movió. Llamó a su pariente. Su familiar le sugirió marcar al 911. La ambulancia llegó rápido. El galeno lo declaró muerto por un fulminante infarto. El fallecido fue trasladado al hospital.  La compungida esposa comunicó a sus familiares. Ellos lloraron. La hermana mayor de Raúl acusó a la dolida esposa de haberlo matado como a su primer esposo. Su cuñada le confesó el conocimiento de su vida marital anterior. Su hermano le pidió hacerle justicia con las autoridades, si le llegaba a ocurrir algo. “Unas horas después, acaba muerto. Eres una viuda negra, mataste a mi hermanito. Pagarás tu crimen “, le gritó enloquecida por el dolor y el enojo. La acusada intentó explicar lo ocurrido. La hermana del difunto se abalanzó hacia ella. La agarraron otros familiares. Sollozó.
La esposa inició los preparativos del funeral. La hermana menor de Raúl le gritó:” ¡Hipócrita, cazafortunas, ¡lo pagarás caro! La tía intervino: “mi sobrina amó a Raúl. Estás equivocada”. Gritaron las cuñadas:”¡Cállese, señora. ¡Usted es una cómplice de las fechorías de su sobrina!” Mayra estuvo escuchando con dolor y paciencia todo el veneno de sus cuñadas durante el sepelio y entierro de su marido.
Una semana después, se leyó el testamento ante un notario. Los familiares del marido y ella se encontraron. El notario distribuyo ciertas propiedades a sus hermanas. El apartamento matrimonial y el seguro de vida avalado a Mayra. Mayra se impresionó. Su hermana la miró con una mezcla de dolor y odio.
Cuando pudo vender el apartamento y cobrar el seguro de vida. La policía la visitó en su apartamento matrimonial, un día antes de entregarlo, para hacerle preguntas con respecto al difunto Raúl.
Mayra le comentó a su tía acerca de la visita de la policía. Su tía le sugirió cambiar su apariencia física y la idea de mudarse a otro lugar. Se tiñó el cabello de rubio a chocolate con mechas doradas. Se colocó lentes de contacto de chocolates a verdes. La tía contactó a un hombre para ayudarlas.  Cambió su nombre y apellido. Le confeccionaron un pasaporte. Compró un boleto.  La tía vendió el apartamento del primer marido de su sobrina. El dinero de la venta se lo repartieron. Las parientes se despidieron por teléfono. La señora mayor desapareció a algún lugar recóndito de su país de origen.
 Sacudió la cabeza. Espantó los tristes recuerdos de su pasado.
Mayra era delgada, blanca, mediana estatura, un lunar en el labio superior, labios delgados.  Laboró en una empresa privada como secretaria.
Ellos se casaron muy enamorados. Pasó un año, estuvieron felices. En su aniversario, Rodrigo le regaló una rosa negra, ella lo aceptó con una sonrisa en los labios. Hasta el cuarto año, le regaló ese color de flor.  Yolanda y sus amigos eran testigos de ese fenómeno positivo en esa pareja. Ellos se preguntaban cómo había sido ese matrimonio tan largo. Muchos de sus familiares y amistades especularon de los bebedizos y baños de Mayra se basaban en el éxito y larga vida de la pareja. La aludida se reía de sus ocurrencias cuando llegaban a sus oídos.
  En la mañana de su quinto aniversario, Rodrigo recordó con los ojos cerrados sus anteriores matrimonios y las palabras de su difunta madre en una de sus últimas conversaciones:” Llevas tres matrimonios cortos y funestos. Hijo, prométeme no volverte a casar para que no sufras por la pérdida de una esposa más. Rodrigo, le preguntó desconcertado: “No entiendo las razones de sus fallecimientos”. Su mamá le contestó con tristeza: “Eres muy fuerte para ellas, por eso, las secas por dentro y mueren, este fenómeno se llama “hígado blanco. Excepto, si te casas con una viuda. Romperás tu mala suerte, hijo. Te lo digo porque tu papá tenía esa condición y cuando nos casamos, se acabó su problema”. Rodrigo la miró de esa misma forma. El recuerdo se esfumó con un inesperado primer beso de ese día por su amante esposa.
Más tarde, los tortolitos llenos de vida celebran otro año más de feliz matrimonio. Se besan y conversan.
—¿Por qué cambié la rosa negra a roja?—Le pregunta la esposo con expectativa.
—Las rosas rojas representan amor y pasión desde nuestro primer beso, amor. Además, sé de tus breves matrimonios— Le confiesa.
Los dos esposos se sinceran acerca de sus matrimonios anteriores.
—El tipo de hombres como yo le llaman viudos siniestros en esta ciudad. Yolanda no se atrevía a presentarme a sus amigas. El día de su cumpleaños fui a felicitarla y ya estaba por irme, cuando te ví, cambié de opinión. Pero, tuve miedo, me propuse si vivías los cuatro primeros años de matrimonio te regalaría rosas negras para ahuyentar la muerte y el quinto aniversario, reemplazaría las flores por el color rojo.
—Yo también tengo la fama de viuda negra, como dicen en mi tierra, porque mis matrimonios han sido como los tuyos. Por eso, me mudé de país. Cuando Yolanda me invitó a su cumpleaños no quería asistir e ilusionarme tampoco. Por eso, cuando ella me contó antes de ser tu esposa, tu secreto, no le di importancia. Nuestra amiga no sabe nuestro extraño secreto— Concluyó su confesión.
Una semana después, Mayra prepara una deliciosa cena para darle una grata noticia…