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CARIDAD ROSARIO VARGAS FIGUEROA -CUBA-

 Se gradúa en julio de 2008 de bachiller en ciencias y letras en el preuniversitario Mártires de Humboldt 7 en el municipio San Antonio de los Baños, provincia Artemisa, Cuba.
Se gradúa en 2016 de Licenciatura en Ciencias de las Religiones en el Instituto Superior Ecuménico de Ciencias de las Religiones Rafael Cepeda Clemente en la Catedral Episcopal de La Habana, Cuba, adjunto al Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, Cuba.
Se forma como locutora profesional durante un año en el Diplomado de Locución de Radio Artemisa, Cuba en el 2017. Realiza prácticas profesionales en la propia Radio Artemisa y en Radio Ariguanabo, ambas emisoras en la provincia de Artemisa, Cuba.
Comienza en 2017 sus estudios de Comunicación Social en la Universidad de La Habana, Cuba, graduándose en diciembre del 2022.
Actualmente, trabaja como especialista de apreciación y creación artística en la Casa de Cultura Municipal Raymundo Valenzuela de San Antonio de los Baños, provincia Artemisa, Cuba.
 

Invítame a ese vino.
 
Invítame a ese vino
Haciéndole el honor.
Un vino descorchado
Merece otro escenario y ocasión.
Invítame a ese vino,
No disperses su aroma.
Levita entre sus vapores
Deseando su sabor.
Invítame a ese vino,
Sazón de la conversación,
Que me imploran tus claras pupilas
Y en la que mis mejillas robarían a nuestro etílico su color.
Invítame a ese vino
Sin relojes, sin testigos,
Sin culpa, sin respeto,
Sin familia, sin profesión.
Invítame a ese vino
Sin tu nombre, sin el mío.
Invítame a ese vino
Solo contigo y conmigo.
Invítame a ese vino
Que invitará a nuestras miradas
A sostenerse,
Mientras nos deja su humilde corcho
Para encontrar la gallardía.
Invítame a ese vino
Que yo no aceptaré
Que tú no comprarás
Porque alguien robó su corcho
Para que no lo pudiéramos encontrar.

 

 

*     *      *

 
 
Vamos a pasear.


Toma mi mano y llévame a caminar
A un lugar donde pueda descansar.
A mí no me importa triunfar
Yo solo quiero estar en paz.
Toma mi mano, desenreda mi cabello
Y déjame reposar sobre tu regazo en silencio.
No me digas nada, no hagas ruido, no ronques,
Respira quedo junto a mí.
Toma mi mano, comparte conmigo el viento en la cara.
Degusta en la lengua el sabor a sal que nos trae el mar.
Toma mis sandalias, invítame a brindar,
La cerveza nos refrescará.
Toma mi mano cuando no quieras nada,
Cuando no te falte nada.
Toma mi mano, regálame la tuya.
Vamos a pasear.

 

 

*     *    *


Habito.


Estoy en el momento que habito
Entre deseos y miedos
Entre atardeceres y extraños
Entre huidas y desconciertos.
Estoy sin estar, estando no estoy.
Quiero desprenderme de mí,
De todos y hasta de lo bello,
Sin embargo, no puedo.
Me detiene un romerillo,
Una columna que no sostiene
y un atardecer atravesado por cables eléctricos
Para colgar zapatos.
Escapar, correr, sumergirme.
Hago lo que no quiero,
Sonrío por compromiso.
Arañarme hasta desangrar,
A ver si la sangre infinita puede calmar mis dolores,
destapar mi grito.
Doy la espalda a lo bello;
Me acaricia con su dedito.
Mis ojos se hieren al observar.

 

 

*    *    *

 
 
La señora.


Amigo:
Hay una señora de vestiduras negras
por tradición o asociación
cuando de vestiduras blancas debería estar engalanada
porque si analizas bien ella te libera
ella te devuelve a la simpleza.
Hay una señora que se representa vieja
yo la creo joven y bella
porque hace aflorar las vicerales emociones
y el llanto cristalino del alma.
Hay una señora con guadaña
que te recuerda que esa bocanada en la mañana
es una lotería diaria
que esa luz que atraviesa tus párpados
te regala otra mañana.
Esa señora te regala toda una vida de ventaja
cuando te llame, ojalá, por esa vida
puedas darle las gracias.
 
 

*     *     *


 
Algarrobo.
 
Ellos regalaban su canción al viento.
Yo la hice mía, yo no sabía.
Yo subía, subía sedienta
Para encontrar la cima.
Subía para dejar las piedras,
Para entender las piedras.
Ellos regalaban su canción al viento,
Podía escuchar mas no ver:
Hay que caminar para ver:
Junto a las piedras no se ve.
La canción jugaba,
Venía, me invitaba.
¡De pronto!, no estaba.
Ellos regalaban su canción al viento.
Al fin en la cumbre
Las piedras hablaban,
Ya no gritaban.
Ellos cantaban su canción al viento.
Ahora me acurrucaban.
No en todas partes
Su canción abraza.