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EDUARDO HERNÁNDEZ GONZÁLEZ -MÉXICO-

CONSAGRACIÓN DE LA TEMPESTAD
                    

 

 

A la lluvia que vio partir a mi padre

 

I
¿Cómo articular el libre albedrío
y postergar las incógnitas,
repudiar a la voz
para que vuelva al génesis,
al silencio que nos diluya sin castigarnos?
¿Cómo desmembrar esta agonía,
los años estáticos,
el espejismo en que me he convertido
al marchar hacia la congoja?  
 
Los relojes se abaten
estrepitosamente hacia mis sienes,
abrevan en el artilugio
que fortalece los titubeos,
apresuran el desánimo de la infancia
que ha de ser rota.
 
Tras la puerta, el insomnio del día,
la noche alumbrada por el escarnio;
vencen las voluntades, me someten.
 
Este albedrío reafirma mi desdén pétreo.
Agujas inconmovibles pinchan
las palabras absurdas, ocultas, vírgenes.
 
 

 *     *      *

 
 
II


El dolor enardece en los lamentos vertidos
sobre el gorjeo de tu pecho,
auspicia ofensas del presagio,
extensas ironías segadas por el silencio,
soledades venidas de prolijos horizontes.
 
En tu quietud navego hacia sórdidas
frases (metáforas dicen los poetas),
encono bajo contundentes túmulos
del desequilibrio, en la ausencia
predestinada,
                         angustiosa,                  
                                               mortal.
 
 
 

 *     *      *

 
 

 
III


Una insistente consagración de mutismos
viene montada sobre periplos ofuscados.
Sin embargo, qué incertidumbre aqueja
a esos pobres que se atreven a decir:
la muerte es la ceniza del dolor,
la ardiente serenidad del sufrimiento.
 
¿Qué hoguera quema su desolación
hasta convertirlos en anonimatos
deshabitados de sí mismos?
 
¿Qué tedio los consume
encubriendo el suplicio?
Su voz esplende afirmaciones
y sainetes de la frustración.
 
¿Qué hacer para consolar
a esos indigentes que disimulan la vida
con súplicas ininteligibles?
 
La hoguera de su amargura
no es una metáfora que ha de consolarlos,
por el contrario, la duda
es la confirmación del tormento
que caerá sobre sus calvas como lluvia
que acarrea indigencias perennes.


 
 

 *     *     *

 
 
 
IV


Cuando el cataclismo esté confirmado
entre las costillas del tiempo,
cuando permanezca en mí
sólo el recuerdo de tu ausencia,
cuando el miedo que anuncia
la consagración de la tempestad
deshaga los sedimentos de mi carne
entre las horas en que se consolida
mi naufragio, entonces iniciaré el camino,
el destierro rumbo a la hosquedad,
huiré con mi angustia
hasta alcanzar la destrucción de mi ser.
Diré que este día no significa sino el eterno, definitivo,
asolado desencuentro.  
 
Entonces el inédito hombre
que me habita mostrará sus fauces
ensangrentadas por la maldad.
Envuelto de desprecio, de la algarabía
de insondables ecos, daré muerte
al falso acomedido que muestra
sus pusilánimes intenciones
—su bondad brota en cálidos ademanes
de la furia— al discernir con aves rapaces
creyéndolas santificadas por la sangre.
 
 
 

 *      *      *

 
 
 
V


Sólo cuando esté fatigado,
nutrido de hastíos y desarraigado
del tumulto que ostensiblemente odio,
condescenderé a mirar el vacío
en mis manos;
la hinchazón del egoísmo
en que me he patentado;
el paroxismo que me fustiga al destierro;
la incongruente virulencia de las afecciones.
 
El albedrío del que he hablado
será un frenético dispendio del retraimiento.
Entonces sé que el fastidio
regurgitará poemas,
parábolas mal descritas,
imágenes que encubran la burla
de mí mismo.
 
La caducidad de mi cuerpo no es una falsa
egolatría, sino el sarcasmo
que en mis entrañas anuncia una lluvia
dominante    inconmovible     voraz.
 
 
 

*      *       *

 
 
VI


La lluvia que se percibe
es el presagio en el que he insistido,
la consagración de la tempestad
a la que rehúyo.
Es mi muerte que camina apacible
y cotidiana como tenia que se agranda
hasta derramarse sobre espejos inexistentes.
Hablo del letargo mutilante que dejas
después de la partida,
de la estruendosa inmovilidad
de los cuerpos.
 
Afirmo la incoherencia
de mis palabras, el intento por decir
que las partidas sí duelen
─esta expresión ominosa que yo aborrecía─
porque semejan el abrazo del terror
infinito que siempre evité en la infancia,
y que ahora me ciñe fundando
cataclismos invulnerables,
un quebradero de rumores
ensimismados y torpes.
 
 

*     *     *

 
 
 
VII


Un cortejo de ebrias sinrazones
es lo que queda. Pero aún consigo
señalar que una sarcástica lluvia moja
las calles donde ha de consumarse
mi travesía.
 
Encumbradas onomatopeyas
irguen la palidez del día;
imponen las interrogantes,
encienden el sufrimiento.
 
La precipitación concluye
y sólo el enigma se blande
al perfilar mi ofuscada
manía de admirar las inclinaciones
del tormento, el ocio que me arroja
a las brasas de la consternación.
 
Finalmente está aquí
la consigna del abatimiento;
lluvia tácita que confirma
el inicio de la repulsa,
la consagración inicua
                   de mi tempestad…
 
 
 

 *     *     *

 
 
 
 
INCLINADO AL ESTE
 
Entre la angustia
que a mis ojos ofende,
entre la oscura simiente
que al tiempo somete,
en la otrora serenidad
ahora vehemente fiebre,
el anhelo casi desvanece.
 
Por el presagio de su presencia
mi agitación se detiene.
 
En la lucidez del instante,
devota, su imagen fecunda.
 
Inclinado al este,
inmóvil el cuerpo,
sereno el aliento,
extensa la mirada,
en el pecho la calma,
vencida la aureola infausta:
                                                  mi padre…
                            
 
 

 *      *       *

 
 
 
EL DÍA SE ABRE…


en la sabiduría del aire que puebla
mis ambiciones y me declara hombre,
entre tu recuerdo que, solo y noble,
alumbra el claro manantial que me niega;
en el himno mordaz mas conciliatorio 
que forja la obertura de tu abandono.
 
Pero tú no estás.
Sólo permanece la censura de tu presencia
y la hosquedad del tiempo
entre la angustia y el derrumbe.
 
El día se abre,
pero mi mirada,
que semeja un viento
ardiente y senil, sucumbe.
 
El día se abre,
pero mi cuerpo,
que semeja la sílice más frágil,
sin remedio, se hace herrumbre.
 
Padre, tu ausencia
es una sinfonía silenciosa mas violenta.
 
Padre, tu ausencia
ha encendido en mí la discordia;
                                     la agonía perfecta.
 
 
 

*     *     *

 

 
 
SÍSIFO
 
¡Qué fragor del hierro urdiendo
la emboscada de la muerte;
del ancho e inerte día
cediendo al supremo dolor!
Tu recuerdo es un quemante océano
donde la realidad
quiebra el tiempo y el destierro
es un soberano ensayo de la fatalidad
y el desencuentro.
Tu recuerdo oprime el símbolo
y la forma exacta del afecto.
 
Navego entre el juicio
de la intemporal agonía.
 
En mis hombros cargo tu aroma
remoto mas eximio.
 
Tu mirada segada por el tiempo
es un sórdido laberinto,
una letanía dolorosa,
mi voluntad ya cediendo.
 
Me abrasa el duelo,
el antiguo vértigo de tu travesía.
 
Tu voz, cuna y patria
donde se ensancha el desvelo;
origen y naufragio del alimento.
En tu voz se recrea la angustia;
tu nombre y su criptografía;
la sangre inmóvil del consuelo.
 
Tu recuerdo es la sima incesante,
la furiosa derrota,
la inevitable fatiga del día.
 
La oscuridad es el ascenso,
la quemante gota
del instante sumiso y supremo.
 
Padre,
¿por qué has tomado
el camino infortunado?
En tu partida se teje la urdimbre
irreversible del ocaso.
 
Eres asunción y yo derrumbe.
 
La mordida sepulcral
y la hogaza seca y el tiempo agrietado eres.
Eres la mortal costumbre del negro osario;
la serena humillación.
 
Pero
¿qué hago yo sin la savia cardinal
de tu presencia?
 
Mi ascenso me hunde en la ruina
del innominado santuario.
Es mi ascenso un oscuro calvario.
En él navega, fértil y abrasadora,
                                     tu ausencia.
 
 

el año 2020.

Actualmente se dedica a la docencia.
Ha publicado poesía, cuento y ensayo literario en EE. UU., Chile, Argentina, España, País Vasco, Colombia, Puerto Rico, Venezuela y México.
 
Reconocimientos:
---Obtuvo el 3.er Lugar en el Certamen Nacional de Poesía “Francisco Javier Estrada”, convocado por Casas del poeta, A. C. México. 2008.
---Mención en el Certamen Internacional de Poesía convocado por Latin Heritage Foundation. EE. UU. 2011.
---Finalista en el Certamen Internacional de Poesía El mundo lleva alas, convocado por la Editorial Voces de Hoy. EE. UU. 2011.
---Mención de honor en el 68 Certamen Internacional de Poesía y Narrativa, convocado por el Instituto Cultural Latinoamericano. Argentina. 2019.
---Semifinalista en el Certamen Internacional de Poesía Paralelo Cero. Ecuador. 2019.
---Fue seleccionado para conformar la Antología del Concurso Internacional de Cuento Libre “Juan Rulfo”. En el marco del Festival Rulfiano de las Artes. México. 2020 y 2021.
---Formó parte de la Antología Internacional “Poesía Fusión”. Editada como parte del acervo de la Biblioteca Pública Municipal “Ana María Ponce”. Argentina. 2020.
---Fue seleccionado para integrar la Bitácora Mundial de Literatura (Sakura Ediciones. Colombia. 2020).
---Obtuvo el 3.er Lugar en el IV Premio Internacional “Letras de Iberoamérica 2020”, en la categoría de Ensayo Literario. Revista Literaria En sentido figurado. México. 2020.
---Fue seleccionado para conformar la Antología de poesía minimalista del 6.o Certamen Internacional de Siglema 575 Di lo que quieres decir. Puerto Rico. 2020.
---Se hizo merecedor a Distinción literaria en el 1.er Concurso Literario Internacional de Poesía “Dr. Julio Argentino Aguirre Céliz”. Argentina. 2020.
---Mención especial y publicación en la Antología Poética Hispanoamericana Contemporánea. Editorial Tinta de Escritores. España. 2021.
---Recibió la Condecoración Literaria en Mérito Cívico y Social en Grado Escudo de Oro de América Latina, otorgado por el Instituto Cultural Colombiano Casa Poética Magia y Plumas. Colombia. 2023.
---Recibió el Reconocimiento al Mérito Literario por parte de la Alianza Mundial de Poetas y Escritores. Venezuela. 2023.
---Es miembro activo de la Cámara Internacional de Escritores y Artistas (CIESART.ORG), con sede en España.
 
 
Contacto: eduardohdezgonzalez@gmail.com
Facebook: Eduardo H. González