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RAY JAMES LÓPEZ CHÁVEZ -PERÚ-

Reside en Arequipa, bachiller en educación, es profesor del nivel secundario especialidad de comunicación, usa el seudónimo de Américo Chávez, miembro de la Casa del Poeta Reino Unido – Hacedores de Fuego. Ha publicado su poemario “En tu nombre” (enero 2022), Publicó su primera novela “La Puerquis” (octubre 2023) Miembro del comité editorial del boletín “Palabra de maestro”(2024) ,Ganador en primer puesto en el VI concurso internacional de poema “Poeta sin futuro show” 2022, Director y fundador de la revista digital “Dragón escritor” (2021) también ha colaborado en varias revistas como: Trinando, Cósmica, El Cisne, Ophelia y Kametsa.


 
 

CUTO

 

 


Es impensable como dos personas pueden forjar relaciones amicales tan fuertes, solo dándole la oportunidad a un desconocido, puedes encontrar una amistad invaluable y sincera, Dios no planifica una situación casual así de la nada, todo tiene sentido cuando es él quien guía nuestros pasos, si somos capaces de ver esos pequeños detalles, abriendo nuestro corazón sería más sencillo. Fue así que lo conocí.
Desde pequeño siempre  me gustó  la enseñanza, era una satisfacción para mi ayudar a otra alma en apuro con alguno de mis conocimientos en gramática y literatura, siendo considerado un panacea dentro de  la parroquia, por las tardes daba clases y reforzaba temas lingüísticos, cada estudiante me pagaba dos soles la hora por mis servicios, supongo que a los veinte años no era un oficio que diera muchos beneficios, pero el Padre Alberto me ayudó a encontrar un camino digno como joven, por lo menos mientras decidía que estudiar, había pensado ser docente , pero eso significaría el destierro de mi casa sin derecho a ningún bien, además así me distraía un poco y tendría la mente fresca.
Fue un sábado por la tarde, preparaba mi plumón acrílico poniendo el título en la pizarra “Los verboides” en eso sentí una voz chillona –¡Verboides! Nunca había escuchado del verbo ides —¿Qué demonios? ¿Quién osaba interrumpirme?, era un morenito de quince años, metro setenta, agraciado, de contextura esbelta, pelo medio rizado y una sonrisa más cachacienta, que hasta el mismo San Pedro se pondría rojo de la cólera   –¿Eres nuevo verdad? – ¡Si profe! Me llamo Carlitos, pero dicen Cuto – Me alegra muchacho tus ganas de aprender, ahora toma asiento que ya vamos a iniciar. Por lo particular no solía ser estricto, pero en esta ocasión debía de serlo, pues este catecúmeno me traería grandes problemas si no lo hago – ¡Bueno jóvenes!  Empezaremos las clases de reforzamiento de la parroquia Santa Úrsula, ¡Carlitos! ¿Puedes decir una oración? –¡De hecho profe!
“Don Juan es un buen hombre” –¡Excelente! Pero si nos damos cuenta el verbo viene a hacer “es” que viene de ser o estar, sin embargo, nos percatamos de que para que sea verboide necesita la terminación “ar, er, ir” ­– ¡Aaaah profe! Entonces que sea “Don juan va a afanar a Lupita” – Este muchacho era tremendo, iba a terminar por sacarme del tema e ir por la tangente, me caía bien en el fondo, me recordaba a mi cuando era más joven, cuando iba por las calles de Arequipa despreocupado por la vida, camisa afuera, blanca, bien perfumada, pelo revoloteado, en teoría no era un desobligado, solo aparentaba esa rebeldía para gustarle a las chicas, cosas de mocoso en ese entonces. Fue después de algunos golpes de la vida y decepciones cuando empecé a sentar cabeza, Carlitos era igual, con ímpetu de sobresalir de entre los demás y siempre con esa pícara sonrisa. – ¡Bien Carlitos! Solo que debemos usar el mismo verbo del inicio –¡Aaah con el de ser o estar! –¡Desde luego! ¡Ves lo inteligente que eres! ¿Entonces cómo quedaría la oración?  – “Don Juan va a ir a visitar a su amiga cariñosa”
– ¡ Ja, ja ,ja! Salió una lluvia de carcajadas retumbando todo el recinto, si Carlitos se había propuesto hacerse famoso con sus compañeros, pues lo estaba logrando, hasta yo no pude evitar reírme ante tanta ocurrencia, si no puedes contra el enemigo “Únetele” Siempre había dicho, además uso un estilo tan sutil que era obvio no esbozar una sonrisa. Ese fue el inicio para una amistad tan grande y particular.
Ese año que estuvo como mi catecúmeno fue muy interesante, a pesar de sus constantes interrupciones, me acostumbré a tenerlo en el salón, había cambiado mi forma de enseñanza, ya no era tan estricto, seguía mostrando mis conocimientos, pero ahora a ratos soltaba una sonrisa o algo capcioso, esto motivaba a mis estudiantes. Carlitos logró pasar su primer año demostrando un gran potencial, El padre Alberto lo impulsaba también bastante, lo puso a cargo de los más pequeños, siendo un mentor excelente.
Para el 2008 ya era todo un capo, dirigía varios grupos de jóvenes, su carisma era inigualable, ese mismo año nos tocó un viaje a Lima con otros líderes, donde hicimos una gran campaña, el último día de reunión nos decidimos salir a ver la hermosa Lima nocturna, en una discoteca céntrica estuvimos hasta altas horas de la noche, en realidad no pensábamos beber mucho, al final nos pasamos de la mano, él estaba ya hecho, con dos amigos lo echamos a su cama y seguimos festejando ¡Grave error! Pues no pude despertar a la hora, aún me sentía alcoholizado y las náuseas no faltaban.
—¡Párate o te baño! Me dijo.
—¡No puedo! Mientras agarraba un balde, en eso me sujetó como trapo y me llevó a la ducha, después de eso me quedé dormido, un gran gesto de mi ex estudiante, ahora colega.
Después desapareció un poco, quería ingresar a la universidad Nacional de San Agustín, estaba dándole duro a los estudios, se perdió casi por un año, hasta que finalmente cumplió su cometido, ingresó a la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Unsa, como cuando ves a un hijo tuyo alcanzar sus sueños, yo me sentí muy orgulloso, tanto así que a los pocos años aún a costa de mi familia decidí estudiar educación.
—¡Bien hecho amigo! Me dijo Carlitos, ambos estábamos en consiguiendo nuestros sueños y a pesar de nuestra ajetreada vida, cada año nos juntábamos para nuestros cumpleaños.
En otra ocasión tuvimos otro viaje para entregar unas donaciones al pueblo de Yari, conjuntamente con la minera Taurus, viajamos en una camioneta con un chofer muy gentil y dos médicos, estuvimos una semana por ahí, vivíamos en los bungalós de los trabajadores de la mina, ¡Qué mejor que viajar con uno de mis mejores amigos! Además, el viaje no se hacía largo por todo lo que conversábamos, era pura risa, se notaba fehacientemente la gran y fuerte amistad que habíamos construido poco a poco, así como se construye un pilar de cemento, con una buena base, era algo muy grato, pocas veces me sentía tan tranquilo con un buen amigo. Por lo del trabajo, nuestras funciones eran bastante básicas, entregábamos  donaciones a los del habitantes del poblado, mayormente solo trabajábamos hasta las dos o cuatro de la tarde máximo, lo interesante sucedió en una noche que fuimos a cenar, no estaba permitido sentarse a la mesa del local con prendas en la cabeza, ya sean gorros o cascos, uno de los médicos no se percató que tenía su chullo en la mesa y nosotros lo tomamos como algo sin importancia, en eso ingresó un hombre desconocido, los zapatos muy bien lustrados, un chaleco rojo y una camisa a cuadros , se sentó cerca de nuestra mesa y lo primero que hizo fue gritar.
—¡Quítese ese gorro!
Se dirigía hacia nosotros era muy obvio, a mí se me vino la vergüenza, encima el hombre tenía una voz estruendosa, nos miramos los cuatro e hicimos caso omiso, en eso como estaba haciendo un frio de Padre y señor mío, queríamos agua caliente, pero no nos pusieron, sin embargo, el señor de al lado (El que nos gritó) estaba sentado solo y tenía en su mesa una jarra llena de agua, bueno para amenizar la noche hice el siguiente comentario.
—¡Vamos negro! ¡Esta solo! ¡Tú mismo eres!
Era como un reto, conocía perfectamente a Carlitos, con una mirada picara se acercó a la mesa del hombre y se llevó su jarra, fue algo tan rápido que no le dio tiempo de reaccionar, después de diez minutos unos de los médicos y Carlos se retiraron, nos quedamos el médico que tenía el chullo puesto y mi persona, el hombre de la mesa contigua se levantó y se acercó a la mesa para hablarnos.
—¿Son parte de los voluntarios verdad?
Dimos un sí con la cabeza, entonces él agregó.
 

  • ¡Un gusto! ¡Alex Quintanilla, Gerente general de la minera Taurus!

Hecho esto nos quedamos atónitos por lo ocurrido, saliendo del local nos matamos de la risa, le habíamos hecho jugada al mismísimo gerente general de la minera y no lo sabíamos, ¡Imagínate! Tú primer día de trabajo, te sientas a comer cerca del jefe y lo tratas como a uno más, en un empleo normal nos hubieran echado a punta de patadas a la calle, pero como solo éramos temporales, pero sí que estuvo buena, al contárselo a Cuto hasta él se mató de la risa, sin duda todos los demás empleados nos vieron como bichos raros, aun así, nos fuimos satisfechos.
 
En otra oportunidad me puso el apodo de ingeniero porque cuando viajamos a un hotel de la playa de Puerto Inca llevando diez carpas para que unos estudiantes de la Unsa puedan acampar y como en ese mismo momento me llamaron para hacer coordinaciones él tuvo que terminar de armar todas las carpas, entonces decía que yo era el ingeniero.
 
Ya en el 2014 Cuto había terminado su carrera, ya era todo un periodista y empezó a trabajar en el canal de la Unsa como camarógrafo, poco a poco estaba cumpliendo sus sueños, los estaba haciendo realidad y no cabía para mi más felicidad que verlos realizado, aunque sabía que el negrito daba todavía para muchas cosas más. Justo en ese tiempo yo estaba en el consejo estudiantil como secretario, tuvimos unos movimientos revolucionarios, queríamos sacar a la actual directora que humillaba a los docentes y estudiantes, entonces como Carlitos siempre me apoyaba, lo llamé para que pueda intervenir y hacer público los hechos, lo cual desde un primer instante fue mi mayor apoyo, terminando esta etapa un domingo 22 de junio de ese año tuvimos un desfile en la Plaza de armas,
me lo encontré justo ahí , platicamos un rato ,ese día estaban jugando los equipos del mundial, ese día jugaban las escuadras de Bélgica y Rusia, el partido sería a las cinco de la tarde y le dije para ir a verlo en alguna cevicheria, estuvo a punto de decirme que sí, pero me dijo que me confirmaría pues tenía trabajo, nunca recibí la llamada, tampoco yo le insistí y creo que si lo hubiera hecho, hoy las cosas serían diferentes.
Al día siguiente un lunes 23 de junio mientras estaba en clases de literatura, me llegó un mensaje a mi celular, antes de empezar a leerlo tuve una corazonada, como si unas de las noticias más desalentadoras irían a darse esa tarde, el cielo parecía nublarse de manera extraña y el viento traía un frío espantoso, el mensaje decía que Cuto había sufrido un accidente “Cuto” Mi gran amigo estaba en problemas, ese mismo día una llamada de alerta de fuga de gas glp hizo que Carlos junto a su compañera Mutsu Alvarado llegaron hasta la variante de Uchumayo para cubrir una noticia, desafortunadamente una chispa de uno de los vehículos produjo una deflagración que en una primera instancia llegó a alcanzar a los dos colegas y a los bomberos , en ese momento él se lanzó a la tierra para apagar el fuego , hizo lo propio con su compañera, lejos de escapar de la zona de peligro fue en apoyo de los bomberos, lastimosamente una segunda llamarada terminó por cubrir de fuego a los dos periodistas y a los bomberos, aguanté las lágrimas a más no poder, me dirigí al baño para nadie vea mi llanto, por la tarde fui al hospital Regional , donde estaba Cuto, su familia estaba muy preocupada, su hermano menor sentado en el suelo con los ojos rojos, su mamá sentada en un rincón, Gabriela una gran amiga de ambos me informó que solo era el cuarenta por ciento de quemaduras ¡ Cabía la posibilidad de que se salve! Claro con tratamientos y demás, pero seguiría con nosotros, eso era lo importante, sin duda alguna teníamos que tener fe, claro era muy poco probable de quede igual, aun así, con lo que nuestra amiga nos dijo aún quedaba esperanza, me imaginaba verlo conmigo otra vez yendo de viaje a tantos lugares, era hincha de Alianza Lima, yo del Melgar, queríamos viajar a la ciudad de Lima para ver un partido de Alianza, yo iría más que todo para acompañarlo, soñábamos con ver al Perú en un mundial , tenía la leve esperanza todavía, bueno eso tenía en mente, sin embargo al pasar los días la situación era mucho más difícil, llegado el día viernes en la noche Gabriela me contó lo que realmente sucedía, no era un cuarenta por ciento de quemaduras del  cuerpo, eran ochenta por ciento ¡Ochenta por ciento! Sentí como el alma se me apretujaba, todo mi mundo se me caía encima, uno de mis mejores amigos estaba entre la vida y la muerte, ¡No podía creerlo en ese instante! Era como una pesadilla, ¿Cómo un muchacho tan joven noble y con tanto futuro por delante tenía que pasar por esos momentos? Era imposible que se pueda recuperar, ya había sido un milagro que dure tanto tiempo con vida. Me fui lentamente del hospital, recuerdo que había una pequeña capilla cercana y fui para implorarle a Dios que se apiade de mi amigo, si cabía la posibilidad de llevarse mi vida por la de él con gusto lo haría, yo había vivido más, hecho más cosas y él recién estaba empezando a vivir, recién ahí bote unas lágrimas, pidiendo a Dios acepte mi petición, sin embargo, las cosas no son como las queremos a veces, si no, como deben de ser.
 
Al día siguiente traté de continuar con esas vagas esperanzas, me fui a la parroquia, queríamos recolectar cosas para ayudar con su tratamiento, al promediar las ocho y media de la mañana nos dieron la triste noticia “Cuto había fallecido” no podía creerlo ¡Mi amigo se había marchado! En este punto de la vida comienzas a recordar uno a uno todos los momentos vividos con esa persona, desde que lo conociste, las risas, las travesuras, las puteadas, esas cosas que solo se pasan con cierto tipo de personas, reniegas del mundo, por que precisamente la gente que más te apoya se tiene que ir antes, después que hasta imaginaste decirles a tus hijos ¡Mira ahí está tu tío Cuto!
Esa misma noche del velorio, parecía un zombi, tanta gente conocida y todos con el mismo dolor, la despedida de un amigo, gente que no veía hace años, sin embargo, teníamos que estar juntos en el dolor para la familia de nuestro amigo. Al día siguiente parecía una procesión el entierro, más de doscientas personas acompañando el féretro hacia su última morada, aún con ese dolor en el pecho, ¡Como me hubiera gustado estar soñando! Que sea otra de las tantas bromas del negro y que saliera de esa caja diciendo ¡Se la creyeron no!  Pero no, esta era la vida real, aunque nos costara comprender, recuerdo perfectamente que cerca del cajón había como cinco chicas desconocidas muy guapas, sin duda alguna de ellas había sido una de las amigas entre comillas de Cuto ¡Ay negro, ni cuando te estas yendo dejas de hacer de las tuyas!  La parte más complicada fue cuando tomó la palabra don Carlos (el papá de Cuto) entre lágrimas y voz cortada dio unas palabras penosas para su hijo, una de las frases que más me llamó la atención fue que dijo que no era una despedida final y que un día de estos cuando el señor lo llame también a él, estaría con Cuto y brindarían juntos. 
Para ser sincero, si he continuado con mi vida, por que algo que aprendí de mi gran amigo es que puedes estar ausente, aún así tu corazón siempre ira con la gente que más quieras a pesar de la distancia y que a pesar de lo duro que sea para ti la vida, siempre hay un motivo para seguir adelante, ya sea tu pareja, tus padres, tus hijos, tus hermanos y lo principal “Tú mismo” Pasando seis meses de aquel fatídico día , estaba volviendo tarde de mis clases, tenía que bajarme en un parque de poca luz y en eso juraría escuchar la voz de Carlos diciendo “ Ingeniero toma otro camino” No lo voy a  negar, quedé petrificado, pero sin dudarlo tomé otra ruta, caminando dos cuadras de frente. A día siguiente me enteré que habían asaltado a un vecino cerca del parque a esa misma hora en la noche, sin duda mi ángel color serio fue quien me alertó y le di las gracias por el favor.
Han pasado diez años ya de que mi gran amigo no está entre nosotros de forma física, sin embargo, sé muy bien que ha estado en mis momentos más importantes, cuando sustenté mi tesis, cuando me gradué de bachiller, cuando publiqué mi primer y segundo libro y seguirá presente en cada uno, pues me prometió siempre acompañarme, creo en su palabra, justo en este momento está con su sonrisa agradeciéndome por escribir este pequeño, pero sincero homenaje.