<                    >

41

 

CLARA SOLOHAGA -ARGENTINA-

Desde pequeña soy aficionada a la lectura, me gusta escribir, lo hago desde el corazón y no desde la razón, mi imaginación no tiene límites y eso es que me lleva a crear ese mundo de fantasía o realidad. Mi nombre es Clara Solohaga y resido en Argentina.

CORREO:

clarisol66@hotmail.com

Sanar


¿Qué harás el resto de tu vida? Vaya pregunta le hizo su padre, mientras él lo observaba desde su cama. Postrado como estaba miraba hacia la ventana, los pájaros, el sol, las estrellas y la luna eran los que lo calmaban. Lo miró a los ojos y dijo, tengo toda una vida por delante, no te preocupes, saldré adelante como cuando tú me abandonaste.
Lo vio salir de la habitación cabizbajo con los hombros caídos, y pensó ya es suficiente de tanta ira y enojo, el pasado no se puede cambiar pero si este presente. Haciendo un esfuerzo logró pararse y caminar hacia la ventana, y allí abajo estaba su padre llorando con los brazos abiertos mirando al cielo como suplicando a ese Dios que salvara a su hijo que tanto amaba, cuál fue su sorpresa cuando levantó la mirada y vio a su hijo parado junto a la ventana, cayendo de rodillas tapándose con las manos su cara solo pedía que lo perdonara.
El corazón saltaba de su pecho al ver a su padre con el alma tan cansada,  se llenó de tristeza y amor hacia quien lo abandonara, lágrimas de dolor y perdón caían por sus mejillas ya que su corazón por primera vez sentía algo distinto, creo que se llama AMOR se dijo porque las ganas de abrazarlo no cesaban. Le hizo señas a su padre para que subiera a la habitación mientras él lo esperaba y así parado firme como un álamo se quedó quieto mientras lo veía entrar una vez más a su morada, pudo hacer unos pasos hacia él que lo miraba con lágrimas en los ojos y con los brazos extendidos se abrazaron fuertemente llorando sin cesar y susurrando palabras de cariño, -lo siento tanto hijo mío, perdóname por favor por no estar contigo cuando más me necesitabas-, sintió una profunda alegría en su corazón al escuchar esas palabras ya que las había esperado durante tanto tiempo y nunca llegaban.
Se apartó de su padre y mirándolo a los ojos le dijo -ya nada quedó en mi corazón ni en mi alma de tanto odio y dolor hacia ti, ya nada será igual entre tú y yo, esto es un nuevo comienzo para los dos, sé que desde ahora mi cuerpo responderá al tratamiento porque ya no tengo penas en mi corazón y mi físico responderá con ilusión.
 Si, desde ese momento la vida de ambos cambió, hoy solo la alegría, el compañerismo y el amor existen entre los dos, agradeciendo siempre a ese Dios invisible que borro de sus corazones ese dolor otorgándoles un presente que por fin cedió al amor.
 
 

*     *     *

 

UN DIA DISTINTO.
 
Mientras ella esperaba el autobús pensó en que no tenía sentido sentirse tan ofendida, cuando solamente fue una discusión como cualquier otra, pero es que ya estaba cansada de callar, y dijo lo que pensaba, si bien no gritó, pero los dejó descolocados, no se lo esperaban, sobre todo de ella, que siempre trataba  que todo fuera armonioso en su hogar, evitaba las discusiones y así lograba lo que ella ansiaba, un hogar donde hubiera paz.
Si bien lo conseguía hoy se daba cuenta que esa actitud la estaba llevando a un estado catatónico, hacia todo por inercia, y eso la estaba enfermando.
A veces se preguntaba que sentiría su familia, porque ella sentía que cedía mucho y los demás no lo hacían. No quería victimizarse no era esa su intención, simplemente quería darse cuenta, entender que sentían sus hijos y su marido.
Aprendió que tenía que hablar en el momento adecuado y no dejar que pasara el tiempo para hacerlo, ya que explotó sin pensar y eso no era lo mejor.
Aprendió que ceder siempre sin sentirlo tampoco era lo adecuado, porque cedía con enojo y eso no era bueno para ella.
Aprendió que sus hijos y su marido tenían una expectativa equivocada de ella, porque se sorprendieron mucho por su reacción, como si ella no tuviera derecho de decir lo que pensaba.
Aprendió que se sentía muy bien luego de esa discusión, se sacó un peso de encima, fue liberador.
Pero la culpa comenzó hacer ruido en su cabeza y su mente no dejaba de preguntar ¿por qué reaccionaste así por esa pequeñez? ¿Qué pensaran tus hijos de ti? ¿Y la tolerancia donde la dejaste? ¿Cómo vas a reclamar a tus hijos sus actitudes, cuando tú hiciste lo mismo? Vaya que la mente no paraba y no tenía intención de parar. Hasta que una vocecilla le dijo – pero no- dijiste lo que sentías y sobre eso nadie puede decirte nada. Los sentimientos se dicen y ya, si te los guardas luego enfermas ya lo sabes por experiencia. Quédate tranquila y veras como las cosas se acomodan, siempre se acomodan.
El autobús llegó y ella subió, pensativa, se sentó mientras observaba a las personas que la rodeaban, todos estaban mirando su celular, parecían ausentes, cada uno ensimismados en eso que veían, pensó -vaya que este mundo está al revés-, ya no existen diálogos, claro sino hay dialogo en casa menos habrá diálogos entre desconocidos.
Cambió, todo cambio, en pocos años cambio la humanidad, ya nada era lo mismo,  son muy pocas las personas que saludaban con un buen día al subir al autobús, ya los jóvenes no daban el asiento a embarazadas o personas mayores, se fueron perdiendo los valores y buenos modales.
Con esos pensamientos en su mente siguió su viaje, y cuál fue su sorpresa cuando vio a un niño maso menos de diez años decirle a una abuela – señora siéntese por favor-, la abuela miró al pequeño, se sentó y le dijo- gracias cariño, Dios te bendiga- el niño sonrió contento, se notaba que sentía bien consigo mismo. Pensó que eso era alentador.
Si, aprendió algo más, no, no todo estaba perdido, si todavía habían niños que daban el asiento a  las personas mayores también habría niños que harían la diferencia en este planeta.
Si, aprendió que no debía dar nada por sentado, que todo se transforma, que de todo se aprende, no importa la edad que tengas, siempre se aprende.
Bajó del autobús contenta, ya se sentía distinta, ya nada pesaba, caminó las cuadras que faltaban para llegar a su trabajo.
Allí todos estaban con caras de preocupación, pensó una vez más que cada uno tenía distintos problemas, en sus hogares, en el trabajo y con la vida misma. Ella como siempre sonriente saludó a todos, y como siempre rogó a sus ángeles que ayudaran a sus amigos y compañeros de trabajo para que todo sea más llevadero en sus vidas.
Transcurrió el día sin complicaciones como si sus ángeles estuvieran ayudando a todos para que la armonía reinara allí.
Salió del trabajo se dirigió a tomar el autobús para llegar a su hogar, no sabía con que se encontraría, como la recibirían sus hijos y su marido luego de lo sucedido esa mañana. Apenas cruzo la puerta sus hijos salieron a su encuentro y la saludaron como si nada hubiese ocurrido, sonriente encontró a su marido se saludaron y abrazaron, si todo se había acomodado como ese susurro le había dicho.
Si señor también aprendió algo más, cuando hay amor todo se entiende y todo se perdona, que a veces es la mente la que nos juega una mala pasada y nos hace preocupar sin sentido.
Si señor hoy fue un día distinto, muchas cosas aprendidas y comprendidas. 
 
 

*       *       *

 


 Vive hasta el final


Nataniel sentado en la silla con la espalda recta, observando el amanecer  pensaba que lindo sería el día de hoy. Si bien no esperaba que nadie lo visitara, porque era martes, sabía que hoy seria especial, su corazón latía fuerte, con mucha energía, sus ojos brillaban de alegría y se preguntaba cómo podía ser que se sintiera como un niño cuando el calendario le decía que hoy cumpliría 90 años.
 Optó por salir de la habitación y se dirigió al comedor, solamente puso un pie en el mismo y escuchó un fuerte grito “feliz cumpleaños abueloooo”. Sus ojos se llenaron de lágrimas pero lágrimas de alegría, no supo en que momento sus nietos y bisnietos habían llegado junto a sus hijos, él que ya nada esperaba, solamente que Dios lo llamara.
Sentía que había cumplido con la vida, que había transitado por este mundo y dejado huellas, algunas buenas, otras no tanto, sin embargo al verlos allí todos reunidos y cantando el feliz cumpleaños, su corazón supo que la vida le regalaba un año más, para poder disfrutar de su familia que tanto él amaba.
Si bien ya tenía los 90 su corazón era la de un niño, abrazó a cada uno de ellos y les dio un beso, les dijo cuanto los quería y agradecía que hubieran ido a saludarlo. Hacía ya tiempo que él vivía alejado en una casa de descanso en medio de la naturaleza. Esa fue su voluntad, estar allí, ver los árboles, escuchar el trinar de las aves, el agua del arroyo que pasaba por allí, poder tocar las flores, él sabía que esta sería su última morada.
A veces extrañaba a su compañera de vida, que hacía unos años había partido dejándolo con el dilema de qué hacer con su vida. No quería ser una carga para sus hijos, por eso decidió estar en compañía de la naturaleza, nada le agradaba más que conectarse con la misma.
Sus hijos, algunos lo entendían otros no, pero a él ya le daba lo mismo. Estaba y se sentía bien en ese lugar, por algo la casa se llamaba “Vive hasta el final”,
Claro, como sus hijos iban a entender algo así. A ellos todavía les faltaba bastante camino por recorrer. Agradecía tanto a la vida los hijos que Dios le había dado, iban los fines de semana a visitarlo, charlaban de muchos temas, mientras caminaban al lado del arroyo, esos momentos mágicos que la vida te regala todos los días pero que por una razón u otra no prestas atención. Cómo los iba a esperar hoy si era un día de semana laborable, todos trabajaban tenían sus obligaciones, sin embargo allí estaban, acompañándolo un año más. Solamente Dios sabía hasta cuando, pero mientras tanto él disfrutaría, viviría hasta el final, amando cada instante y a cada uno de ellos, porque si algo había aprendido era a Amar sin condiciones y con el corazón.
 
 

*       *       *

 

 

Sueños
 
Cuantas veces sentimos que nada se puede hacer frente a tanta maldad,
Que las leyes no se cumplen, ya sean las leyes del hombre
O las leyes de Dios ante el clamor de la humanidad.
Que el corazón del hombre deja mucho que desear,
Ya no hay salvación que pueda llegar.
Es entonces cuando desde un sueño profundo,
Me veo flotando y observo desde lo alto
Luces que parpadean, alumbrando el planeta entero
En medio de tanta oscuridad.
El entendimiento llega a mí y  me dice…
Esas luces que vislumbras allá abajo en la oscuridad,
Son las luces de las chispa divina que el corazón
Del hombre lleva en su interior y que nadie puede apagar.
Por lo tanto ya no hay temor por lo que pueda pasar,
Solamente hay amor que se puede expandir en la oscuridad.
Porque cada luz que brilla en este pasar trae consigo
La paz y el amor que se debe transmitir a los demás.
Vuelan las palabras y las acciones del hombre
Para hacer ese sueño realidad,
Donde la paz y amor por siempre brillarán.
 
 
                                                                    

                                                                    @clarasolohaga

                                                                                    
                          
                                                                                      
 

 

EL MUNDO DE CLARISA

Número 6 de la Colección Prima

 

Adquiéralo en:

https://www.autoreseditores.com/libro/20905/clarisa-mcgregor/el-mundo-de-clarisa.html